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  • Foto del escritorAMUSI SAN ISIDRO

AMUSI FUE LA LUZ Y ES LA QUE NOS PERMITE CRECER

La reunión con miembros de AMUSI - Asociación de Mujeres de San Isidro se lleva a cabo en la casa de Luz Mery y Armando ambos miembros de la Asociación. Luz Mery es socia y fundadora de AMUSI, que según cuenta, nació en el año 2008 después del “retorno”.




San Isidro es un  corregimiento de la jurisdicción de El Carmen de Bolívar que se encuentra en la subregión denominada Montes de María entre los departamentos de Sucre y Bolívar y cuya historia está marcada  por décadas de violencia. En esta región hubo cientos de miles de desplazados, 56 masacres y  más de 80 mil muertos. Al respecto ella dice: “El 90% de las personas tuvimos que dejar nuestras tierras y nosotros fuimos de las primeras familias en retornar. Inicialmente nos reunimos un grupo de mujeres para lograr un medio de subsistencia, sabíamos que como mujeres éramos las más vulnerables ya que si la mujer se queda en casa y es solo el hombre el que sale  y del que se depende, entonces  la mujer queda sujeta a lo que él dice o produzca y se queda sin derechos para tomar decisiones. Siempre hemos creído que es indispensable que nosotras las mujeres nos veamos como sujetas de derechos y es que por ejemplo, el 70% de los negocios que hay en San Isidro son de las mujeres, esto es un aporte inmenso.”


AMUSI nace con el fin de abrirles la puerta a las mujeres a un nuevo medio de subsistencia. Cuentan que cuando vuelven al territorio se dan cuenta que las ayudas de las agencias internacionales no les llegaban porque estas estaban destinadas a grupos y no a personas y así mismo se dan cuenta que nada les llega al campo y que es en lo urbano donde tienen que aplicar. Deciden unirse y conformar la Asociación. Logran cuatro cupos para un diplomado en “Políticas públicas y derechos humanos” financiado por USAID y a pesar de la distancia y a que no había vías,  se van caminando hasta El Carmen y logran terminar. Es ahí donde empiezan a darse cuenta que sí había solución para las necesidades que estaban viviendo pero que para esto debían saber cómo tener este acceso a lo que necesitaban.


El primer proyecto que emprende el grupo es la siembra de yuca. Luz Stela cuenta al respecto: “Iniciamos haciendo pasteles, recogíamos la plata y cuando tuvimos el dinero alquilamos una hectárea de tierra. Les pagamos a los hombres para que limpiaran el terreno y nos dedicamos a sembrar, cuando tuvimos la yuca la vendimos, tuvimos ganancia y así empezamos.” Pero este proceso no fue fácil, inicialmente no contaron con el apoyo de los hombres quienes consideraban que el trabajo de campo era de ellos, que era muy rudo y que ellas no iban a poder tener éxito allí. Cuentan que un día cuando ya estaban preparando la cosecha fueron por costales para empacarla y un señor les dijo “Sera piedras lo que recogerán porque esa yuca sembrada de mujer no da” y recogimos 300 bultos “bailábamos y cantábamos” la gente no pensaba que íbamos a poder hacerlo.” Al respecto el señor Omar, uno de los 4 hombres miembro de la Organización añade. “Yo fui uno de los más criticones con las mujeres. No estaba de acuerdo a que se metieran al monte, que trabajaran con las manos, las veía rasguñadas, con las manos hinchadas. Yo pensaba que las mujeres si pueden trabajar pero no en el campo. Yo decía y por qué los hombres no trabajan y ellas se quedan en la casa. Sin embargo se fueron dando las cosas.

Para el 2013 de pronto empecé a relacionarme con ellas y empezó a cambiar todo. Me empecé a enamorar de lo que hacían y veía que lo que hacían era bueno y que la comunidad los apoyaba.”






Salir de casa a trabajar en el campo y asistir a cursos en la ciudad generaba inquietud en la comunidad ya que salían muy de mañana en moto y llegaban hasta tarde. A respecto comentan que no era extraño escuchar comentarios como “esa mujer ya no para en casa, tiene al hombre dominado”. Sin embargo los beneficios que empezaron a lograr impactaron positivamente a todos en la comunidad. Como organización lograron 270 subsidios de salud EPS para los niños así como apoyo del gobierno para arreglar un puente en la vía.

Para los 23 miembros de la organización (19 mujeres y 4 hombres), la llegada del  Proyecto USAID-CSSA hace ya 2 años, ha tenido un impacto grande, basta citar sus palabras: “Hay un antes y un después. Antes teníamos las ganas,  pero no teníamos el conocimiento claro de lo que queríamos, “picábamos aquí y allá,” nos le mediamos como a todo pero no entendíamos bien el significado de lo que hacíamos, de lo que queríamos lograr.


Dentro del proceso de la Asociación han pasado tres cosas: 1. Como asociación nos hemos fortalecido;  ahora cada quien sabe lo que hacemos y lo que le toca hacer. Eso ha sido importante en este proceso. Todos saben que tiene que hacer. 2. También hemos crecido por que nos hemos reconocido. Ahora reconocemos las cualidades de cada una, nuestras fortalezas, hemos ido descubriendo  quiénes somos, ya somos más confiadas las unas y las otras. Ahora hablamos. 3. La posibilidad de hacer las cosas de manera correcta para visibilizarnos. Sabemos que las cosas que hacemos deben ser más permanentes, que nuestra fuerza no depende de un proyecto. Que hacemos algo y que tiene que haber un resultado. Esto es lo que hemos aprendido.” 


Por otro lado, son varias las experiencias a las que  USAID-CSSA les ha permitido acceder; por un lado abrirles las puertas a los hombres, ellos comentan que el enfoque de equidad entre hombres y mujeres que tiene el Programa les permitió entender que un trabajo en conjunto podía tener más impacto y que los aportes de todos eran importantes. Si bien ahora cuentan con 4 hombres la Asociación sigue siendo de mujeres y ellos se sienten identificados con su misión. Al respecto Omar dice: “Estoy con ellas para lo que sea, ya soy parte del grupo. Una vez nos invitaron a una reunión de mujeres, pues AMUSI es una organización de mujeres, y nos presentamos, éramos 3 hombres, y nos miraban raro, pero  cuando yo tengo que hablar hablo y  si tengo que ponerme tacones pues me los pongo.”

La posibilidad que han tenido de conocer a otras personas y organizaciones del país les ha permitido ver que hay otros mundos y que hay posibilidades de generar cambios.


Al respecto Karen comenta: “compartimos con comunidades con las que nunca habíamos hablado, esto nos ayudó a ver que lo que vivimos aquí también lo viven los campesinos en otros lugares y que todos estamos buscando lo mismo, mejorar nuestra calidad de vida. Queremos aprender los medios para gestionar para conseguir nuestros propios recursos, ayudas para nuestras comunidades. A veces es difícil porque uno no está acostumbrado a salir y porque uno tiene responsabilidades en casa,  sin embargo cuando uno no puede asistir a las reuniones uno si puede saber qué paso porque todas las noches hacemos tertulia hasta las 9 y 30. Es una tertulia abierta a todo quien quiera llegar. Se habla de todo aquello que le interesa a la comunidad. Hablamos de todo. De lo que sucede en el país, en la región,  cosas que tenemos que hacer por ejemplo lo del puente, arreglar el cementerio. “Estas reuniones de tertulia como ellas lo llaman, han logrado que la comunidad se vaya congregando y apropiando  de su quehacer. Es así como por ejemplo fue posible que ante la violencia intrafamiliar se unieran a una campaña a favor de los derechos de las mujeres, “Sin mi puño y con mi letra” dirigida de manera especial a la población masculina, con el objetivo de comprometerlos a través de la firma de un pacto a todo tipo de violencia en contra de mujer o niña.”

También comentan  “La incidencia se manifiesta en lo que hemos hecho, en las relaciones que hemos establecido con la institucionalidad. Hemos aprendido que hay formas de pedir las cosas, con fundamentos, con conocimiento de lo que vamos a buscar. Sabemos que podemos complementarnos y así hemos hecho alianzas”. Entre las alianzas realizadas destacan una con USAID para hacer parcelas demostrativas del producto de ñame. En la cual ellos aportan la semilla y la organización la mano de obra  y  otra alianza con el ministerio de agricultura en donde cultivan  70 hectáreas de ñame para 70 familias y les dan trabajo a  250 personas, con un aliado que les compra la producción.

Terminan diciendo, Somos AMUSI diariamente, AMUSI fue la luz y es la que nos permite crecer.




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